Pacientes

La patología silenciosa que afecta al 15% de los españoles: el 80% no sabe que la tiene

Una de cada siete personas padece enfermedad renal crónica
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Una de cada siete personas padece enfermedad renal crónica (ERC) y, de ellas, el 80% no lo sabe: ni ellos, ni tampoco sus médicos de Atención Primaria, lo que dificulta la posibilidad de tomar medidas a tiempo. En total, suman unas siete millones de personas en España.

Así lo señala el presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), Emilio Sánchez, que define la ERC como la pérdida de alguna de las funciones propias del riñón. "Es sabido que el riñón es el órgano encargado de producir orina. Es su función más famosa, pero también se encarga de conseguir que la concentración de las distintas sustancias en la sangre sea la adecuada", explica el nefrólogo.

Además, también tiene una función mucho menos conocida: es un órgano endocrino fundamental. Produce tres hormonas que son la eritropoyetina, encargada de la producción de glóbulos rojos y de que no haya anemia, la vitamina D y, finalmente, la renina, que está implicada en la regulación de la hipertensión arterial.

Tal es la importancia de este órgano, que las personas con ERC tienen más riesgo de sufrir un accidente cardiovascular, como un infarto, insuficiencia cardiaca, ictus e incluso la amputación de una pierna. "Cuanto más baja es la función renal, más alta es la probabilidad de sufrir alguno de estos eventos", señala el experto, recordando que otra consecuencia es llegar a la diálisis.

Pero la enfermedad renal crónica se puede prevenir. "Sabemos cuáles son las patologías que más frecuentemente impactan en la población para desarrollar enfermedad renal crónica: la diabetes, el sobrepeso o la obesidad, el tabaquismo y la hipertensión arterial", explica el doctor. Solo hay un factor inevitable: el riesgo de desarrollar esta patología aumenta con la edad.

Por tanto, incide en que "lo más importante es diagnosticar", sobre todo cuando se trata de una enfermedad silenciosa, como es este caso, para poder "tratar" cuanto antes. Para llevarlo a cabo, es necesaria una gota de sangre que determine la cantidad de una sustancia llamada timina. "A partir de ahí, se obtiene la función del riñón que hay hoy en día. Pero también se necesita una pequeña muestra de orina para calcular la albuminuria. "Ese valor es clave para conocer el pronóstico", aclara el presidente de la SEN.

"Hacer estas dos cosas cuesta un euro. Nadie puede quedarse sin el diagnóstico por un euro. No hay lista de espera y no hay que hacerse una prueba invasiva que moleste", esgrime el especialista. Sin embargo, se produce un gran retraso en el diagnóstico porque los síntomas permanecen ocultos.

Así, la población debe concienciarse de que, a partir de los 50 años, sobre todo, que es cuando empieza a aumentar el riesgo, es necesario acudir a Atención Primaria para hacer análisis de sangre y también de orina, "que se olvida muchas veces".

En este sentido, pide más concienciación por parte de los médicos de Atención Primaria, ya que la mayoría de las personas con enfermedad renal crónica pertenecen a este ámbito asistencial. "Los nefrólogos, que somos equipos de trabajo hospitalarios, no tenemos capacidad de atender a los siete millones de personas que en España que tienen la enfermedad. En nuestros servicios, atendemos a las personas que están con patología más avanzada, que están en diálisis o que están trasplantados", apunta.

GLP-1 contra la enfermedad renal crónica

Entre los tratamientos disponibles a día de hoy para tratar la enfermedad, el especialista ha destacado la utilidad de los populares fármacos GLP-1, como Ozempic, para tratar la ERC.

"Hay cuatro grupos terapéuticos que ayudan a prevenir la progresión de la enfermedad renal crónica. Primero, están los clásicos, los medidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona, que se emplean desde los años 80. Pero, a partir de 2022, han ido apareciendo otros, como los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (iSGLT2), que son unos fármacos brutales con unos beneficios tremendos desde el punto de vista cardiovascular y renal", expresa.

El último grupo que menciona Sánchez son los antagonistas de los receptores mineralocorticoides no esteroideos, que también ha demostrado potentes ventajas tanto en los riñones como en el corazón. "La combinación de estos cuatro tratamientos va a hacer que la progresión de la enfermedad renal crónica se ralentice mucho y quizá, por qué no, soñar con que un día la diálisis no sea necesaria", señala.

Beneficios de la diálisis domiciliaria

Una vez que la disfunción renal comienza a ser avanzada, el paciente debe comenzar a someterse a diálisis, un tratamiento que funciona como una suerte de riñón que limpia la sangre, sacándola del cuerpo, pasándola por un filtro y devolviéndola limpia al cuerpo. Hay dos tipos: la hospitalaria y la domiciliaria.

La primera obliga a la persona a ir tres días por semana a un centro sanitario, que a veces están a 100 e incluso 200 kilómetros del hogar. Ello supone una dedicación a la diálisis de aproximadamente entre 8, 9 o 10 horas al día. "Además, a partir de una determinada edad, la gente sale muy cansada, agotada, con lo cual, tres días a la semana están absolutamente perdidos", apunta el nefrólogo.

El principal problema de recibir este tratamiento en el hospital, según Sánchez, es que no se puede beber. "No es que no se pueda beber alcohol, es que no se puede beber. La suma de todos los líquidos que consumen al día no debería de pasar de medio litro", explica Sánchez.

Además, estas personas tienen mucho más riesgo de sufrir eventos. "Sales de diálisis muy bien, pero, a partir de ahí, solo acumulas toxinas hasta dentro de 48 horas que te vuelva a diálisis. Luego otra vez lo mismo y, durante el fin de semana, pasan tres días sin el tratamiento, con lo cual, después del fin de semana, la concentración de toxinas es muy elevada, lo que aumenta mucho el riesgo de fallecer", advierte.

Sin embargo, para el presidente de la SEN, las ventajas de la diálisis domiciliarias son "abrumadoras", sobre todo desde el punto de vista de la calidad de vida y de eventos cardiovasculares. "Por ejemplo, pueden hacer una dieta más libre, salir, irse de acciones, beber... Hay un montón de ventajas clínicas, pero además hay una mejor supervivencia y unos mejores resultados después del trasplante", apostilla Sánchez. A nivel de sostenibilidad, el impacto medioambiental de esta también es mucho menor que el de la diálisis que se hace en el hospital.

Los contenidos publicados en Gaceta de Salud han sido elaborados con afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios recogidas por un grupo de periodistas especializados en el sector. Recomendamos al lector consultar cualquier duda relacionada con la salud ante un profesional del ámbito sanitario.

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