
Una de las tareas pendientes que dejó la pandemia es el COVID persistente. Millones de personas han enfrentado o enfrentan este síndrome que se caracteriza por la continuidad de los efectos del COVID-19 meses después de la infección inicial o por la reaparición de los síntomas tras un periodo de tiempo sin ellos.
Este fenómeno no está asociado con la gravedad del contagio, por lo que puede pasarle a cualquiera que tuvo el coronavirus sin importar la gravedad de la enfermedad original. Afecta a personas de cualquier edad, aunque parece más frecuente en edad media y en mujeres, y produce un elevado impacto en la calidad de vida, ámbito laboral y social. Ahora un nuevo estudio, publicado en STEM CELLS Translational Medicine, revela similitudes entre el COVID persistente y una infección común en gatos.
La peritonitis infecciosa felina (PIF) es una enfermedad grave e históricamente mortal en gatos, causada por un coronavirus. Se comporta en muchos aspectos como las infecciones graves por este tipo de virus en humanos, con inflamación generalizada y disfunción inmunitaria crónica.
"Las infecciones graves por coronavirus, incluido el SARS-CoV-2, se caracterizan por una inflamación sistémica, agotamiento de linfocitos T, linfopenia y disfunción inmunitaria crónica y tiene opciones terapéuticas limitadas para la recuperación. La peritonitis infecciosa felina, una infección por coronavirus felino de origen natural, refleja estas patologías inmunitarias, lo que proporciona un valioso modelo translacional", advierten los autores del estudio.
El coronavirus felino suele infectar las células que recubren los intestinos de los gatos y solo causa problemas estomacales leves. En algunos gatos, una combinación de factores genéticos y ambientales puede alterar el comportamiento del virus, lo que le permite infectar las células inmunitarias y propagarse por todo el cuerpo.
El virus puede evolucionar a PIF húmeda, donde se acumula líquido en el pecho o el abdomen, o a PIF seca, donde no se acumula líquido, pero la inflamación sigue afectando los órganos. Ambos tipos de PIF causan fiebre, inflamación generalizada, problemas en múltiples órganos y una disminución de células inmunitarias importantes. Se estima que afecta a alrededor del 2% de los gatos, más comúnmente a gatos jóvenes en refugios o criaderos.
"El estudio destaca el potencial de la terapia con células madre mesenquimales (MSC) para restablecer el equilibrio inmunológico y sugiere su relevancia traslacional para abordar la desregulación inmunológica en afecciones como el COVID-19 grave, el síndrome inflamatorio multisistémico en niños y el COVID-19 persistente", concluye el artículo.
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