Regulación

El Código que cambió las reglas de juego de la promoción farmacéutica

El Código de Buenas Prácticas es una herramienta “viva” capaz de adaptarse a nuevos retos en la industria farmacéutica / Dreamstine

Lo que hace un par de décadas era un terreno resbaladizo -congresos médicos, patrocinios, formación, promoción de medicamentos- se ha convertido hoy en un espacio regulado, transparente y de colaboración. El cambio llegó con el Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica y su Sistema de Autorregulación, un modelo pionero que comenzó a funcionar en 2002 y que ha logrado convertir a este sector en referente de buenas prácticas para otros ámbitos profesionales.

La clave del éxito ha sido marcar unas reglas de juego claras para todos los actores implicados. Un marco que ha permitido evolucionar desde una supervisión meramente fiscalizadora a un modelo de corresponsabilidad, donde las compañías farmacéuticas, los profesionales sanitarios, las administraciones y los pacientes trabajan de forma coordinada para garantizar una promoción ética y transparente del medicamento. "Gracias al código, ahora operamos en un territorio conocido, predecible. Eso permite una relación más fluida y segura entre todos", resume José Zamarriego, director de la Unidad de Supervisión Deontológica de Farmaindustria en una reciente jornada organizada por la patronal.

De la vigilancia al reconocimiento mutuo

Uno de los hitos que mejor ilustran esta transformación fue la publicación en 2015 de las transferencias de valor -pagos en metálico o en especie- realizadas por las compañías a profesionales sanitarios y organizaciones. Una medida que, según el doctor Marcos Paulino, presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER), "supuso un shock inicial, pero terminó reforzando la confianza y mostrando que no había nada que esconder". Este paso fue esencial para consolidar un entorno de transparencia en el que, como afirma Paulino, "la reputación mejora y la colaboración entre agentes se fortalece".

Desde las administraciones, también se percibe este cambio. Pilar Jimeno, directora general de Inspección y Ordenación Sanitaria de la Comunidad de Madrid, destaca cómo el sistema ha permitido anticiparse a los conflictos mediante "trabajo colaborativo y diálogo constante", gestionando más de 20.000 comunicaciones al año de publicidad y eventos. Manel Rabanal, subdirector general de Ordenación y Calidad Sanitarias y Farmacéuticas del Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, subraya la "presunción de buena fe" con la que ahora se abordan las relaciones con las compañías farmacéuticas: "Hemos delegado la vigilancia del patrocinio de congresos, y confiamos en que los procesos de revisión del sistema de autorregulación son suficientes y eficaces".

Un sistema vivo y en evolución

No se trata de un documento estático. El Código de Buenas Prácticas es, según sus impulsores, una herramienta "viva", capaz de adaptarse a nuevos retos como los formatos digitales, la irrupción de los influencers o las fronteras difusas entre información y promoción. "Hay que ser más quirúrgicos con la comunicación, especialmente con las notas de prensa o las nuevas formas de publicidad", advierte Rabanal.

El director general de AbbVie, Felipe Pastrana, pone el acento en que no todas las industrias cuentan con este tipo de marco: "El Código nos ha dado un terreno de juego claro, transparente y predecible; gracias a él sabemos cómo actuar". Manuel Zafra, de Merck, va más allá: "Nos ha ayudado a legitimarnos como industria, profesionalizando las relaciones con profesionales sanitarios y asociaciones de pacientes".

Una herramienta para la sostenibilidad y el acceso

Este cambio no solo ha afectado al ámbito de la promoción. Ha sido, además, una palanca para la sostenibilidad del sistema sanitario. En palabras de la presidenta de Farmaindustria, Fina Lladós, "el sector se adelantó a las exigencias de la sociedad en materia de transparencia y buenas prácticas, y lo hizo de forma voluntaria, más allá de lo que exige la ley". Esa autorregulación ha sido clave para seguir fomentando la formación médica continuada, el desarrollo de la I+D biomédica y el acceso a tratamientos innovadores.

La colaboración con las asociaciones de pacientes también se ha reforzado. Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), reclama ahora que ese reconocimiento se traduzca en una mayor participación institucional: "Formamos parte del sistema, somos agentes necesarios y queremos estar dentro de las decisiones". Escobar apunta que la transparencia, aunque crucial, debe ir acompañada de una buena comunicación para generar confianza social.

Un modelo exportable

El modelo español de autorregulación se ha convertido en una referencia para otros sectores. La cultura de integridad y transparencia que ha ido calando en la industria farmacéutica ha servido de inspiración para mejorar la calidad de las relaciones entre empresas y sociedad en otros ámbitos. Y, sobre todo, ha cambiado el paradigma: ya no se trata de cumplir normas para evitar sanciones, sino de construir un sistema sanitario más sólido y colaborativo.

El objetivo final está claro: garantizar que los profesionales sanitarios puedan seguir accediendo a formación de calidad y que los pacientes se beneficien de los avances científicos en un entorno de confianza y compromiso mutuo. "Esta alianza entre todos los actores del sistema es la que nos permitirá progresar como país y como sociedad", concluye el doctor Paulino.

Los contenidos publicados en Gaceta de Salud han sido elaborados con afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios recogidas por un grupo de periodistas especializados en el sector. Recomendamos al lector consultar cualquier duda relacionada con la salud ante un profesional del ámbito sanitario.

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