
El Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología 2025 (ESC, en sus siglas en inglés), que se celebra este fin de semana en Madrid, expuso el simposio Los mejores dispositivos digitales de última generación para dar a conocer los avances tecnológicos en robótica, wearables e inteligencia artificial (IA), entre otras herramientas clave para la prevención, el diagnóstico y el seguimiento de las enfermedades cardiovasculares.
Ecocardiografía robótica
Desde la perspectiva de la combinación de robótica e IA, Eelko Ronner, cardiólogo del Hospital Reinier de Graaf Delft, en su presentación abordó el avance de la ecocardiografía robótica autónoma, un prototipo en desarrollo que pretende "aliviar la saturación de los servicios de imagen y reducir los tiempos de espera que en algunos hospitales de Países Bajos superan los seis meses" mediante un brazo robótico e IA para guiar el posicionamiento del paciente y ajustar parámetros técnicos como la ganancia o la profundidad de la imagen.
El sistema puede trabajar de forma continua y siempre bajo la supervisión de un especialista que valida los resultados obtenidos. De este modo, se libera tiempo clínico y se garantiza que los diagnósticos lleguen antes al paciente, incluso en zonas con menor acceso a especialistas.
Según el ponente, con apenas unos días de formación cualquier técnico puede poner en marcha el robot que también resulta menos intrusivo para los pacientes. El proyecto se encuentra aún en fase de validación clínica y pendiente de certificación.
El móvil como dispositivo médico
En la segunda parte del simposio se abordó la mesa Teléfonos inteligentes contra las enfermedades cardíacas: la nueva era de la cardiología personal presentada por Larissa Fabritz, del Centro Universitario de Cardiología y Vascular de Hamburgo, quien puso en valor la perspectiva de los smarthphones como "dispositivos médicos" o como herramientas clave para monitorizar síntomas, registrar datos clínicos y la detección precoz de patologías cardíacas como infartos o arritmias.
En este contexto, Fabritz destacó el estudio SMART el cual reveló que hasta un 5% de los mayores de 65 años equipados con relojes inteligentes conectados al móvil fueron diagnosticados de arritmias no detectadas previamente en cuestión de semanas. Los resultados duplicaron la capacidad de detección de fibrilación auricular frente a los sistemas de control habituales.Sin embargo, la especialista alertó y advirtió sobre los límites de estas tecnologías: el riesgo de falsos positivos que sobrecarguen el sistema sanitario, la necesidad de validar los protocolos y el desafío de terminar con la brecha digital en las personas mayores o con menor acceso a este tipo de dispositivos.
Retinografía y predicción cardiovascular
Sungha Park, profesor de Medicina Interna en el Hospital Severance, Facultad de Medicina de la Universidad de Yonsei, especializado en cardiología e hipertensión, dio protagonismo a un campo emergente dentro de la cardiología digital y la predicción de cardiopatías: la retinografía.
Park presentó en su turno el algoritmo de aprendizaje 'Reti-CVD' capaz de analizar fotografías de la retina e identificar a individuos con un riesgo de ECV que probablemente se beneficien de intervenciones preventivas tempranas con un nivel de precisión comparable a los métodos tradicionales, pero con la ventaja de ser más económico y no requerir pruebas invasivas ni radiación, lo que facilita su uso en atención primaria, incluso, según el experto, podría convertirse en una alternativa complementaria a estudios más costosos como la tomografía coronaria. Sin embargo, Park subrayó en su ponencia la necesidad de validar el algoritmo en distintas etnias y grupos de edad en las que el rendimiento todavía es dispar.
El rol de los dispositivos portátiles
Por su parte, Calum McRae, cardiólogo y genetista que lidera el grupo de investigación One Brave Idea, para comprender las etapas iniciales de la cardiopatía coronaria abordó el papel de los dispositivos portátiles o wearables en la promoción de la actividad física. En palabras del especialista, los relojes y pulseras inteligentes, capaces de registrar desde la frecuencia cardíaca hasta el sueño, "ofrecen un caudal de información sin precedentes". Sin embargo, los estudios revelan que su impacto real en la mejora de la actividad física es limitado y que los cambios de comportamiento suelen diluirse con el tiempo.
"Aunque su uso se ha generalizado y existen más de un centenar de estudios al respecto, los resultados siguen siendo modestos: la mejora media de actividad física apenas alcanza un 10% y no se ha traducido en una reducción significativa del riesgo cardiovascular", detalló McRae.
El desafío está en transformar los datos que generan estos dispositivos en "información personalizada que motive a los usuarios". Estudios recientes con grandes cohortes muestran que parámetros como el VO? máximo (capacidad aeróbica) o la variabilidad de la frecuencia cardíaca, medidos de manera continua con sensores, permiten predecir la aparición de diabetes tipo 2 o hipertensión con años de antelación. La clave, concluyó, es ofrecer al paciente métricas comprensibles y accionables que favorezcan cambios sostenibles de comportamiento.
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