
En el último minuto, un total de 12,7 personas han fallecido por una enfermedad cardiaca, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Precisamente, uno de los eventos cardiovasculares con más mortalidad es el infarto de miocardio. Si bien tener unos niveles de colesterol LDL alto (conocido popularmente como 'malo') constituye un factor de riesgo importante, en los últimos tiempos se ha descubierto al gran desconocido que también multiplica por 2,5 las posibilidades de infarto y por 1,6 las de ictus.
Se trata de la lipoproteína (a), una partícula similar al colesterol pero con una proteína adicional llamada apolipoproteína (a). "Esta proteína hace que la sangre sea más trombótica, que es uno de los mecanismos por los que se producen los infartos", ha explicado el doctor Antonio García-Quintana, jefe de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín, en una formación organizada por Novartis en el marco del Congreso Europeo de Cardiología, que se celebra durante estos días en Madrid.
Es un biomarcador totalmente independiente del colesterol, es decir; es posible tener un colesterol LDL en unos niveles bajos y, sin embargo, al tener la Lp(a) elevada, estar en un riesgo de infarto o de ictus muy alto. Además, también juega un papel importante en otras enfermedades cardiovasculares, como la aterosclerosis, la enfermedad valvular aórtica y la enfermedad vascular periférica. Algunos estudios sugieren además su posible relación con la insuficiencia cardíaca y la fibrilación auricular.
La Lp(a) es la única lipoproteína que contiene apoa(a) y la mayor transportadora de fosfolípidos oxidados, teniendo propiedades proaterogénicas, proinflamatorias y protrombóticas. Curiosamente, debido a su alto componente genético, se mantiene en el mismo nivel a lo largo de toda la vida: es posible moverse en los mismos valores a los 30 años y a los 50 u 80. El valor normal de la Lp (a) se considera por debajo de 50 mg/dL o los 125 nmol/L. Por su alto valor hereditario, se recomienda medirla en pacientes con riesgo genético al menos una vez en la vida. En torno al 30% de la población está en valores superiores a 50; es decir, una de cada cinco personas en todo el mundo padece esta condición. Además, unos niveles superiores a 90 mg/dL triplican el riesgo de padecer estenosis aórtica.
Por todo ello, el doctor ha insistido en la importancia de su medición, ya que mejora la predicción del riesgo de enfermedad cardiovascular, permitiendo reclasificar a los pacientes en categorías de mayor riesgo e intensificar el seguimiento y el tratamiento de otros factores modificables. Por ejemplo, si además de tener el Lp (a) elevado también se tiene el colesterol LDL en unos niveles preocupantes, mejorar los hábitos de vida disminuye igualmente el riesgo de evento cardiovascular y, por tanto, de muerte. "Todo suma", ha recalcado el doctor.
Otro de los peligros asociados a la Lp(a)es que se introduce mucho más fácilmente en las paredes de las arterias que el colesterol LDL, de manera que está detrás de muchos de los infartos que ocurren en las personas jóvenes. "Con niveles altos de Lp(a), quizá te da un infarto más fácil con 40 que con 50 años. Acelera el proceso de la arteoresclerosis. Es un factor protrombótico y acelera la trombosis", detalla el cardiólogo. La Lp (a), que se sintetiza a nivel hepático, al estar condicionada por factores genéticos, apenas varía ante un cambio en el estilo de vida, como la dieta y el ejercicio, a no ser que los niveles de LDL sean altos.
Necesidad médica no cubierta
Los riesgos de la Lp(a) se comenzaron a descubrir a partir de 2009, por lo que representa una necesidad médica no cubierta. "Hay fármacos que te pinchas y que bajan la LD(a) un poco. Pero se toleran tan mal que nadie se los toma", apunta García-Quintana. En la actualidad, hay diferentes ensayos clínicos en marcha, entre ellos uno de Novartis. Se espera que los primeros resultados estén disponibles a finales de año.
Debido también a la falta de concienciación, el experto ha lamentado que no es habitual medir los niveles de esta partícula en los análisis rutinarios, por lo que es necesario pedirlos expresamente en Atención Primaria. "La Lp(a) no viene en el perfil lipídico rutinario, pero se puede justificar si hay algún paciente que sospechemos que podría tener niveles elevado", ha apuntado. Se puede medir con una muestra de sangre (suero o plasma), sin necesidad de realizar un test genético ni estar en ayunas.
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