
¿Y si la ingesta del gluten y el trigo impactara menos de lo que se pensaba en pacientes con síndrome del intestino irritable (SII)? Un reciente estudio publicado en The Lancet Gastroenterology and Hepatology desmiente esta creencia. Durante mucho tiempo se ha creído que estos pacientes desencadenaban los síntomas tras la ingesta de estas proteínas o cereales. Sin embargo, al comparar las respuestas sintomáticas al trigo y al gluten con una prueba placebo sin gluten en pacientes con SII que previamente percibían beneficios de una dieta sin gluten, el resultado ha sorprendido. Parece que la mayoría de los síntomas se agravan al pensar en la ingesta del gluten, pero su efecto no es tan real. Lo que se conoce como 'somatización'. Esto preocupa a los expertos, ya que a pesar de sus conclusiones, los participantes siguen creyendo que tienen que evitar alimentos que contengan gluten o trigo.
Según la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), en nuestro país, esta patología afecta al 14% de la población y supone el 12% de las consultas en atención primaria y el 28% de las consultas en el especialista de Digestivo.
"Los pacientes con SII y sensibilidad al gluten autopercibida reaccionaron de forma similar al gluten, al trigo y al placebo. Estos hallazgos sugieren que las expectativas influyeron significativamente en la aparición de los síntomas y que solo algunos de estos pacientes podrían beneficiarse de la restricción del gluten o del trigo. Para un manejo eficaz de los pacientes con SII, se debe considerar la identificación de este subgrupo de pacientes y la desestigmatización del trigo y el gluten en los restantes", concluyeron los investigadores, quienes apuestan por no solo decir "el gluten no es un desencadenante", sino por llevar a cabo un trabajo psicológico para reintroducir estos alimentos en las dietas.
Concretamente, se observaron efectos adversos en 26 de 28 pacientes después de haber comido trigo, es decir, en el 93%; el mismo porcentaje que comió gluten reaccionó igual, pero también los que introdujeron placebo a su boca. Hay que tener en cuenta que el SII es un trastorno de la interacción intestino-cerebro con una fisiopatología heterogénea, en la que los desencadenantes alimentarios parecen desempeñar un papel clave en la aparición de los síntomas. Por lo tanto, el tratamiento para muchos pacientes suelen ser dietas de exclusión, incluida la dieta sin gluten, para controlar sus síntomas, a pesar de no haber identificado claramente sus desencadenantes alimentarios.
"No encontramos diferencias clínicas ni estadísticamente significativas en los síntomas entre las pruebas de provocación con trigo integral, gluten purificado y sin gluten. Esto sugiere que incluso a una dosis superior a la recomendada, el gluten no fue un desencadenante alimentario dominante, lo que concuerda con estudios que no encontraron un efecto significativo de la retirada o la provocación con gluten en los síntomas generales del SII", sostienen los autores.
Percibir estos alimentos como detonantes de síntomas, hace que ya tengan una predisposición a desarrollarlos. Es decir, pensar que son malos para el SII genera efectos adversos "en la mayoría" de los casos.
Síndrome muy heterogéneo
No obstante, es un síndrome muy heterogéneo con una alta variabilidad entre pacientes. Por esta razón, apuntan en esta investigación que se necesitan estudios más amplios para confirmar los resultados e investigar si dosis mayores de trigo afectan más a un grupo de pacientes.
En definitiva, este estudio concluye que el gluten y el trigo integral no causaron síntomas clínicamente peores en comparación con el tratamiento de placebo, a pesar de la firme creencia de los pacientes en sus efectos perjudiciales. Por lo tanto, estudios futuros más amplios deberían incluir a pacientes con SII con algún biomarcador de sensibilidad al gluten, como la IgG AGA, para reducir la variabilidad de los pacientes. En segundo lugar, las mediciones de gluten en heces revelaron un menor cumplimiento del protocolo que las evaluaciones dietistas convencionales o los autoinformes, lo que sugiere que futuros estudios deberían incorporar mediciones objetivas en la monitorización del cumplimiento del protocolo. Por último, lamentan que las creencias dietéticas de los pacientes y la adherencia a la dieta sin gluten no cambiaron tras obtener información médica personalizada.
"Esto es problemático, ya que mantener restricciones dietéticas innecesarias podría perpetuar los síntomas del SII, provocar desnutrición y una menor calidad de vida. Por lo tanto, estudios futuros que desestigmaticen los desencadenantes percibidos podrían beneficiar a los pacientes de forma más amplia", resumen.
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