
¿Y si la edad no fuese solo un número? ¿Y si cada órgano del cuerpo tuviera un envejecimiento distinto? Investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) han desarrollado un indicador que permite, a través de la sangre, determinar la edad biológica de cada órgano, prediciendo las posibilidades de que cada uno de estos enfermen.
En concreto, han analizado el plasma de aproximadamente 50.000 personas, y han observado órganos como el cerebro, el corazón y los pulmones, entre otros.
Según el estudio, si la edad estimada de los órganos es superior a los años que tiene la persona, aumenta el riesgo de padecer enfermedades y de muerte prematura. En un seguimiento de 17 años, las diferencias en la edad de los órganos predijeron la aparición de una serie de enfermedades, entre ellas la insuficiencia cardíaca, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la diabetes tipo 2 y Alzheimer.
En particular, un cerebro envejecido triplicaba el riesgo de padecer Alzheimer, mientras que un cerebro joven reducía el riesgo en un 75%. La magnitud de estos efectos era comparable a la del genotipo APOE, el factor de riesgo genético más importante para la enfermedad de Alzheimer esporádica.
Asimismo, la acumulación de órganos envejecidos aumentaba progresivamente el riesgo de mortalidad (2-4 órganos envejecidos, riesgo 2,3 veces mayor; 5-7 órganos envejecidos, riesgo 4,5 veces mayor; 8 o más órganos envejecidos, riesgo 8 veces mayor).
Por el contrario, los cerebros y los sistemas inmunitarios jóvenes se asociaban de forma única con la longevidad (cerebro joven, reducción del riesgo de muerte del 40%; sistema inmunitario joven, reducción del riesgo del 42%; ambos jóvenes, reducción del riesgo del 56%). Es decir, la edad biológica del cerebro es crucial para determinar la esperanza de vida de las personas.
La importancia de un estilo de vida saludable
Los factores de estilo de vida poco saludables (por ejemplo, fumar, consumir alcohol o privarse del sueño) se asociaban con un envejecimiento generalizado de los órganos, mientras que los factores de estilo de vida saludables (por ejemplo, el ejercicio) se asociaban con la juventud.
Para las mujeres, la menopausia precoz, anteriormente relacionada con una mortalidad más temprana, se vinculaba con un envejecimiento generalizado de los órganos, mientras que la suplementación con estrógenos después de la menopausia se asociaba con la juventud del sistema inmunitario.
"Sin duda, el estudio dará lugar a un nuevo debate sobre el envejecimiento humano, la esperanza de vida saludable y la longevidad, e iniciará nuevos estudios para explorar algunas de estas observaciones con más detalle y profundidad. Este trabajo supone una importante contribución a la literatura, con muchas ideas nuevas sobre la biología del envejecimiento y la salud humana, con un enfoque específico en los órganos", señala Bradford Gibson, de la Universidad de California.
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