Opinión

Cómo la IA está dando forma al futuro de la gestión sanitaria

La percepción general sobre la tecnología en sanidad ha sido siempre un motivo de retraso frente a otras industrias

Por Dr. Lucas Najún Dubos, Healthcare & Life Sciences Partner en Globant

Se mire donde se mire, la inteligencia artificial (IA) está revolucionando industrias enteras y, desde luego, el sector de la salud no es una excepción. En mi día a día, como uno de los responsables del área de sanidad en Globant, observo una demanda creciente y soy testigo del tipo de necesidades que se busca resolver, y me asombra la velocidad del cambio respecto a años anteriores. La percepción general sobre la tecnología en sanidad —con su complejidad, carga humana y fragmentación— ha sido siempre un motivo de retraso frente a otras industrias. Y es cierto. Pero les aseguro que esta transformación ya ha comenzado y no como una promesa lejana de ciencia ficción.

Ya en mediados de 2025, la IA en sanidad ha dejado de ser un concepto para convertirse en una herramienta real que mejora y salva vidas. Vemos ejemplos inspiradores en todas partes. Esto no consiste en reemplazar al médico; se trata de ofrecerle un "socio" de alta precisión para actuar antes de que la crisis ocurra, mejorando drásticamente la seguridad del paciente.

Si la tecnología tiene este potencial, ¿qué nos impide pisar el acelerador? La respuesta se resume en un principio ético universal que es el pilar de la medicina: primum non nocere, lo primero es no hacer daño.

A diferencia de un sistema que te recomienda una película, un error en un algoritmo médico puede tener consecuencias graves. Por ello, la regulación es, y debe ser, excepcionalmente estricta. La nueva Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, por ejemplo, está sentando un precedente mundial al clasificar la mayoría de las aplicaciones sanitarias como de "alto riesgo". Esto obliga a desarrolladores y hospitales a garantizar una transparencia, seguridad y validación clínica exhaustivas antes de que cualquier herramienta llegue a un paciente.

El otro gran desafío es el combustible de la IA: los datos. Históricamente, la información clínica se ha almacenado en "silos", sistemas fragmentados e inconexos que no se comunican entre sí. Para que la IA pueda aprender y ofrecer resultados fiables, necesita acceder a conjuntos de datos vastos, diversos y representativos.

Entonces, ¿cuál es el futuro que nos espera? La IA no viene a sustituir la empatía de una enfermera o el juicio clínico de un cirujano. Viene a aumentarlos. La verdadera promesa de esta tecnología es liberar a nuestros valiosos (¡y escasos!) profesionales sanitarios de las tareas más mecánicas, repetitivas y de análisis masivo, para que puedan dedicar más tiempo al "core" de la cuestión: escuchar, comprender y poner el foco en el paciente, en serio.

El camino es complejo, sí, pero el destino es un sistema de salud más robusto, inteligente y, en última instancia, más humano. Esta revolución silenciosa ya está en marcha.

Los contenidos publicados en Gaceta de Salud han sido elaborados con afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios recogidas por un grupo de periodistas especializados en el sector. Recomendamos al lector consultar cualquier duda relacionada con la salud ante un profesional del ámbito sanitario.

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