
Madrugar, trabajar, volver al hogar, dormir. Y lo mismo ocurre al día siguiente. Y al otro, y al otro. Los días de la semana suelen estar marcados por la rutina. Pero llega el fin de semana y comienzan los excesos: la hora de irse a la cama puede atrasarse hasta la mañana; se cambian los ritmos y, además, las noches suelen estar marcadas por el alcohol y el tabaco.
Ahora, un estudio publicado en American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine asegura que estos dos días a la semana de desenfreno han derivado en un nuevo trastorno del sueño. Es lo que los investigadores han bautizado como "apnea social", que definen como el aumento de la gravedad de la apnea obstructiva del sueño durante los fines de semana por el cambio de hábitos -que están marcados por los excesos- y el cambio de los horarios del sueño.
La apnea del sueño se relaciona con muchos problemas de salud, entre los que se encuentran enfermedades cardiovasculares, depresión, demencia y fatiga, además de obesidad y sobrepeso. Se estima que afecta a unas mil millones de personas en el mundo y está causada por el colapso repetido de las vías respiratorias durante el sueño.
La investigación ha analizado datos de más de 70.000 personas en todo el mundo, y los expertos de la Universidad de Flinders (Australia). "Esta patología ya es un problema de salud pública importante, pero nuestros hallazgos sugieren que su verdadero impacto puede estar subestimado", afirma la autora principal, la española Lucía Pinilla.
"La mayoría de las pruebas de diagnóstico clínico se realizan en una sola noche, normalmente entre semana, por lo que no se tiene en cuenta el efecto del fin de semana que ahora llamamos apnea social", agrega la biotecnóloga.
Así, los participantes tenían un 18% más de probabilidades de padecer apnea los sábados en comparación con los días laborables. Dormir 45 minutos más los fines de semana aumentaba el riesgo de empeorar la apnea del sueño en un 47%.
Los hombres, los más afectados
Por género, los hombres tenían un 21% más de probabilidades de verse afectados, en comparación con un aumento del 9% en las mujeres. Distinguiendo por edad, los adultos más jóvenes (menores de 60 años) tenían un riesgo un 24% mayor los fines de semana, en comparación con el 7% de los mayores de 60 años.
Por otro lado, es preciso aclarar que la apnea del sueño también empeora en verano. La explicación es bastante lógica: las altas temperaturas repercuten negativamente la calidad del sueño. "Este pico estacional se explica en parte por las temperaturas más altas, que perturban el sueño y provocan fases de sueño más ligeras, lo que se asocia con un empeoramiento de la apnea. En invierno, el sueño más prolongado y el despertar más tardío aumentan el tiempo dedicado al sueño REM, lo que también se relaciona con episodios de apnea más frecuentes", explica el profesor Danny Eckert, también autor del estudio.
El experto también advierte del infradiagnóstico de la apnea del sueño en general. Para luchar contra la nueva, bautizada como "social", los expertos proponen intentar mantener los horarios de sueño de la semana también durante los fines de semana.
"Intenta mantener el mismo horario de sueño durante toda la semana y el fin de semana, asegurándote de dormir las 7-9 horas recomendadas cada noche", afirma Eckert. Así, mantener una hora fija para levantarse y seguir el tratamiento prescrito para la apnea, incluso los fines de semana, y acostarse cuando comienza el sueño, ayuda a garantizar que se duerme lo suficiente y de forma reparadora, "lo que puede ayudar a combatir el aumento de la apnea durante el fin de semana".
Relacionados
Los contenidos publicados en Gaceta de Salud han sido elaborados con afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios recogidas por un grupo de periodistas especializados en el sector. Recomendamos al lector consultar cualquier duda relacionada con la salud ante un profesional del ámbito sanitario.