Tecnología

Morfina por control remoto: la revolución de un fotofármaco del tamaño de una pulga

Los investigadores Marc López-Cano y Francisco Ciruela y el dispositivo de 3 mm en un dedo

Del tamaño de la pulga o el ácaro más grande. Casi imperceptible por el ojo humano. Así es un nuevo fotofármaco de 3 milímetros derivado de un fotoactivable de la morfina, que se acciona únicamente en el punto donde incide la luz, lo que permite una precisión espacial y temporal extrema. Un equipo científico ha sido el encargado de crear este avance en el campo de la fotofarmacología con el diseño del primer dispositivo inalámbrico capaz de activarse por control remoto y hacer que tenga un efecto terapéutico en órganos concretos.

Uno de los investigadores del mismo, Francisco Ciruela, profesor de Farmacología de la Universidad de Barcelona, explica que la activación remota del fotofármaco "permite una intervención farmacológica mínimamente invasiva tras la implantación del mismo, puesto que no requiere de manipulaciones físicas adicionales para su activación. A ello se suma la libertad total de movimientos del sujeto al prescindir de cables o fibras ópticas, lo que resulta fundamental tanto en entornos naturales como clínicos".

Este nuevo dispositivo de farmacología inalámbrica ha demostrado su eficacia en el tratamiento del dolor en un estudio con una molécula fotosensible derivada de la morfina, uno de los opiáceos más utilizados por su gran capacidad analgésica.

Además, el control remoto facilita una modulación farmacológica personalizada de forma sencilla, permitiendo ajustar en tiempo real la intensidad, la frecuencia y la duración de la luz, según las necesidades específicas del tratamiento. De esta manera, este pequeño equipo reduce los efectos secundarios y evita la activación sistémica del fármaco fuera del área iluminada. Es un punto que gana frente a los tratamientos farmacológicos tradicionales, que en muchas ocasiones presentan más consecuencias adversas derivadas del uso de opiáceos (adicción, dependencia, etc).

El modelo, en el que también ha participado el investigador Marc López-Cano, adapta este dispositivo mini para anclar a la columna vertebral y dirigir la irradiación hacia la médula espinal, específicamente en las regiones implicadas en la transmisión del dolor lumbar. De hecho, por su diseño, permite su fácil adaptación a otras localizaciones anatómicas donde pueda ser fijado.

Por el momento se ha realizado con modelos animales y actúa de la siguiente manera: cuando el tejido diana se irradia con luz de 405 nanómetros de longitud de onda, el enlace fotosensible se rompe y se libera la morfina activa en el punto donde debe actuar.

Esta innovación en farmacología se ha publicado en la revista Biosensors and Bioelectronics, cuyos principales autores son Ciruela, quien también es miembro del Instituto de Neurociencias (UBNeuro) y del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell); y los expertos John Rogers, de la Northwestern University (Estados Unidos), Amadeu Llebaria, del Instituto de Química Avanzada de Cataluña (IQAC-CSIC), y Jordi Hernando, de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

Enfermedades crónicas y cáncer

Asimismo, se está explorando la posibilidad de realizar irradiación externa, a través de la piel, en órganos que sean accesibles mediante luz infrarroja. "De cara al futuro, sus aplicaciones podrían ampliarse especialmente en el tratamiento de enfermedades crónicas, donde resulta fundamental un control farmacológico localizado, preciso y seguro durante periodos prolongados", concreta Ciruela, al mismo tiempo que menciona patologías determinadas como epilepsia, parkinson, trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, o enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis. En definitiva, se abren nuevas perspectivas para el diseño de tratamientos analgésicos más seguros, eficaces y personalizables —especialmente en el contexto del dolor crónico—.

Otro campo donde sería muy interesante su uso es en el cáncer. Según relata el investigador, la fotoactivación de quimioterápicos directamente en el microentorno tumoral tiene un gran potencial a la hora de maximizar la concentración local del fármaco y, al mismo tiempo, minimizar su toxicidad sistémica. A pesar de estas buenas noticias, la fotofarmacología no está pensada para sustituir por completo a los fármacos tradicionales. "Sirve para complementar o mejorar su perfil de eficacia y seguridad en situaciones donde la farmacología convencional presenta limitaciones importantes, como alta toxicidad sistémica, necesidad de acción localizada, tratamientos prolongados o riesgo elevado de efectos adversos", especifica.

Retos de la fotofarmacológica

Queda un largo camino para seguir avanzando en fotofarmacología. El experto menciona la traslación clínica como uno de los principales retos, la cual debe ir acompañada del desarrollo de tecnología adecuada para su uso en humanos: "Esto incluye la optimización de fotofármacos, la mejora de dispositivos implantables, la garantía de la seguridad y eficacia en ensayos clínicos".

Además, se necesita una regulación específica para los productos combinados que integran un fármaco con un dispositivo médico. En palabras de Ciruela, al tratarse de una combinación de un componente farmacológico y un dispositivo lumínico implantable, como en el caso de la activación de un fotofármaco, estos productos deben cumplir con los requisitos normativos de ambas categorías. "Los organismos reguladores exigen una evaluación integral de ambos componentes, lo que complica y prolonga el proceso de aprobación debido a la necesidad de demostrar no solo la seguridad y eficacia por separado, sino también su funcionamiento conjunto", concluye.

Los contenidos publicados en Gaceta de Salud han sido elaborados con afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios recogidas por un grupo de periodistas especializados en el sector. Recomendamos al lector consultar cualquier duda relacionada con la salud ante un profesional del ámbito sanitario.

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