
Respirar nos mantiene vivos, sin embargo, el aire que inhalamos nos resta años. Al día hacemos esta acción 23.000 veces y esto puede ser perjudicial para nuestra salud a muchos niveles, según los expertos. La contaminación ambiental, en forma de partículas, entra por nuestro cuerpo por la nariz, llega a los pulmones y desde ahí se impulsa hasta el resto de órganos, causando problemas irreversibles en muchos casos.
"La materia particulada 2.5 o PM2.5 es la más estudiada. A través del microscopio, se ha visto que ha llegado hasta el cerebro de las personas. Esto quiere decir que por su tamaño atraviesa la barrera alveolocapilar de los pulmones, se distribuye por la sangre y llega a cualquier órgano" destaca Francisco Pérez Jiménez, catedrático de Medicina de la Universidad de Córdoba.
Es tal el nivel de impacto que tiene en nuestra vida que nos marca incluso antes de nacer. Está demostrado que los fetos de embarazadas que se exponen a un aire contaminado tienen más riesgo de sufrir malformaciones, retraso en el crecimiento y más incidencia de ingreso hospitalario en Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) cuando nacen los niños. Estos pequeños también son más vulnerables y tienen peor estado de salud.
En el caso de la presencia de estas partículas contaminantes en el cerebro, se está estudiando que a la larga afectará a la capacidad cognitiva de las personas, aunque todavía hay que demostrar más esta hipótesis. Sin embargo, sí que hay numerosos estudios sobre su impacto en los pulmones y en el corazón. "Se han visto pacientes con insuficiencia cardíaca que empeoran. También, a través de la contaminación ambiental, hay personas que desarrollan ateroesclerosis, infartos, problemas en el miocardio o ictus", destaca el experto.

Y no se trata solo de respirar, lo que comemos también deja huella en nuestro organismo. En lugares con CO2 alto, el crecimiento de los cultivos es mayor, sin embargo, la calidad nutricional de los alimentos es menor. Por ejemplo, se está viendo que en África está aumentando la obesidad porque los alimentos que consumen tienen menos proteínas y vitaminas.
Asimismo, nuestro código postal también tiene una repercusión directa. Las personas que viven a menos de 100 metros de una carretera tienen un 42% más de riesgo de sufrir un ictus. Es una de las principales conclusiones a las que se ha llegado en el análisis Proximidad residencial a las principales vías de comunicación y riesgo de accidente cerebrovascular isquémico realizado en el norte de Manhattan. Si lo trasladamos a nivel nacional, vivir cerca de la M-30 tendría una gran afectación para nuestros órganos. En definitiva, el aire que respiramos condiciona nuestra salud y urge tomar medidas.
Hándicap en el estudio del impacto de la contaminación
Por otro lado, hay una limitación importante en el estudio del impacto de la contaminación ambiental en las personas. No se pueden hacer ensayos clínicos porque "supondría que la persona estuviera expuesta a una contaminación alta para compararla con otra que tuviera un nivel menor". "La demostración de los efectos perjudiciales de la contaminación ambiental se basa en estudios observacionales", indica Pérez Jiménez.
Por ejemplo, se compara la incidencia de determinadas patologías en países o en ciudades con menos contaminación frente a otras con más contaminación y se ve dónde hay más enfermedades. En palabras del especialista, un conjunto de decenas o cientos de trabajos son métodos indirectos con los que se pueden llegar a "conclusiones bastante sólidas".
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) es contundente: el 90% de la población vive en lugares con niveles de aire contaminados inadecuados. Las cifras hablan por sí solas. Según un estudio del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), llevado a cabo junto con investigadores de las universidades de Girona y Alcalá de Henares, la contaminación atmosférica ha demostrado un impacto a corto plazo. Los resultados estiman que la contaminación atmosférica en España se relaciona cada año con 62.000 ingresos hospitalarios urgentes. En las arcas sanitarias, la repercusión también es patente, ya que supone un coste de más de 850 millones de euros anuales. Aquí también hay ambigüedad, resalta el catedrático, porque hay muchas causas por las que puede haber un ingreso hospitalario en el caso del infarto y factores interrelacionados.
Personas con más riesgo de resultar afectadas por contaminación ambiental
La contaminación ambiental afecta a toda la población pero hay determinados grupos con los que puede ensañarse más. Tal y como apunta Pérez Jiménez, todos aquellos que tengan una patología crónica son los más vulnerables, pero también niños, embarazadas y personas mayores sin estas afecciones tienen más riesgo de sufrir consecuencias en su salud al respirar aire contaminado.
La población puede tomar también medidas concretas para reducir sus propios riesgos. Entre ellos está ventilar el hogar, usar mascarilla para ir por la calle si es un paciente de riesgo. "Tener equipos de depuración de aire en las casas, si fuera necesario. Otro aspecto importante es no hacer ejercicio físico en la calle cuando la contaminación está alta. En España no tenemos esta cultura, no nos cuidamos y las autoridades dan una versión demasiado optimista", lamenta.
En cuanto a puntos rojos en España donde hay una contaminación muy alta, destaca la zona de Algeciras, ciudades mal aireadas por sus estructuras urbanísticas como Málaga o Granada, o Madrid y Barcelona por la cantidad de población. "Mientras no haya un alineamiento real de las recomendaciones de las ciudades en cuanto a la pureza de su aire, no habrá campañas de prevención dirigidas a la población", sostiene.
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