Por Manuel Martínez-Sellés, presidente del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid
La prescripción médica es un punto de contacto entre médicos y pacientes, clave en la calidad de la asistencia. La instauración de cualquier tratamiento implica una cuidadosa estimación de la relación riesgo-beneficio y de su coste, conocimiento de las indicaciones/guías de práctica clínica y valoración global de la situación del enfermo.
La prescripción es un pilar fundamental en la práctica de la medicina que beneficia no solo a cada paciente de forma individual, sino que también protege a la sociedad contra el uso indebido de medicamentos. Por todo ello la libertad de prescripción es un principio esencial que nos permite tomar decisiones informadas y ajustadas a las necesidades concretas de cada enfermo. Su regulación y, en concreto, la financiación y acceso a fármacos innovadores que puedan ser costosos, debe compatibilizarse con esta libertad y la ética profesional guiada por el beneficio del enfermo. El proceso de prescripción necesita libertad para realizar una evaluación clínica rigurosa, que nos permita analizar la evidencia científica disponible y como se extrapola a las características de cada paciente con su edad, sexo, comorbilidades y todas sus otras circunstancias. Solo así se consigue el tratamiento más adecuado para cada enfermo. Es un bien preciado que debemos defender de uñas y dientes, de todo tipo de injerencias, como regulación gubernamental, presiones de pagadores e influencia de la industria farmacéutica. Mantener nuestra independencia profesional debería ser compatible con seguir regulaciones que aseguran la seguridad del paciente y la sostenibilidad del sistema. El equilibrio entre la autonomía médica, protocolización de la asistencia y el respeto por la normativa vigente es difícil, pero es esencial para garantizar una medicina efectiva, equitativa y ética en beneficio cada paciente y de toda la sociedad. La prescripción es un acto de gran responsabilidad que a todos nos beneficia ya que garantiza el acceso a tratamientos seguros y eficaces. La libertad de prescripción nos interesa como médicos, pero también como potenciales enfermos, ya que asegura que no habrá interferencias externas que enturbien la relación médico-paciente. Cada vez se habla más de medicina personalizada, pues bien, esta libertad es fundamental para esta personalización de la atención. Mantener nuestra independencia en este acto científico, ético y legal es imprescindible para que podamos seguir responsabilizarnos de los resultados del tratamiento. No abdiquemos de ello por mucho que nos presionen. Para conseguirlo, además de soporte institucional, debemos apostar por la formación y el desarrollo profesional continuado, así como por el acceso a información independiente y objetiva.
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