
Caminar media hora al día, bailar o montar en bicicleta hasta llegar a los 150 minutos de actividad a la semana. Unos hábitos saludables tan simples como estos, que recomienda la Organización Mundial de la Salud, ayudan no solo a prevenir el cáncer, sino a mejorar el pronóstico de la enfermedad desde su aparición.
"La práctica del ejercicio de forma global es capaz de reducir el riesgo de desarrollar determinados tumores hasta en un 30%, entre los que se incluyen el cáncer de mama, el cáncer de colorrectal, el cáncer de endometrio y muchos otros", señala Blanca Herrero, coordinadora del Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) de Ejercicio y Cáncer y oncóloga médica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
En lo que respecta al tratamiento, el ejercicio ha demostrado también una reducción de los efectos adversos y, además, es capaz de estimular y de mejorar la funcionalidad del sistema inmune de los pacientes oncológicos. Asimismo, en determinados tumores, como algunos de mama, ya está siendo capaz de reducir el riesgo de recaída. "No hay ninguna duda de que debemos incorporar el ejercicio en los pacientes con cáncer desde el recientísimo diagnóstico hasta el final de la enfermedad y luego, posteriormente, durante los seguimientos", reitera Herrero.
El ejercicio debe, por tanto, formar parte de la terapia. Así lo defienden tanto los propios oncólogos como los especialistas de Atención Primaria, imprescindibles en el seguimiento de estos pacientes. "El ejercicio es un tratamiento", sentencia Fátima Santaolaya, responsable del grupo de trabajo de Cuidados Paliativos y Oncología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). En este sentido, la experta distingue entre dos tipos de intervenciones médicas: la farmacológica y la no farmacológica. "La no farmacológica son los hábitos de vida saludables: el abandono de tabaco, de alcohol y de drogas. También sabemos que la alimentación y el sobrepeso aumentan las posibilidades de tener una recaída. Pero el ejercicio es fundamental. Hay que recomendarlo siempre, y preguntar siempre a los pacientes que vienen a las revisiones si lo realizan", detalla.
Con todo, pese a toda la evidencia científica acumulada y a que todos los especialistas lo consideran parte de su tratamiento, España aún carece de un Plan Nacional que homogeneice la práctica deportiva en estos pacientes. En cambio, países como Canadá, Australia y Reino Unido son los líderes en el desarrollo de programas de ejercicio físico contra el cáncer. "Obviamente, el contexto de nuestro servicio de salud es muy distinto a otros países, no quiero decir que se pueda extrapolar lo que se hace, pero debería implantarse de forma más eficiente mediante una estrategia nacional", apunta la oncóloga médica.
En este sentido, llama a implementar una estrategia "multidisciplinar" que involucre no solamente a los colectivos médicos, sino a otras disciplinas profesionales "con un importante papel en el manejo integral del paciente oncológico, sin olvidar a los organismos de gestión regionales y nacionales". "Podemos ir copiándonos de algunos territorios, aunque no se puede hacer exactamente igual porque la política y la sanidad es distinta en cada país y es un contexto diferente", ha esgrimido.
Estrategia del Ministerio de Sanidad
"Una vida activa ayuda a evitar recaídas a largo plazo e incluso a evitar la aparición de sendos tumores. Y nos prepara para la cronicidad", asegura la responsable del grupo de trabajo de Cuidados Paliativos y Oncología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Debido al avance tecnológico, el cáncer se ha convertido en una enfermedad que cada vez se curará más y los pacientes cada vez contarán con una mejor calidad de vida. "Estos pacientes van a ser crónicos, y por eso es fundamental en ellos los hábitos de vida saludable, tanto en la alimentación como el ejercicio. Se trata de mantenerse activos en el cáncer, y sobre todo hacer ejercicio aeróbico, que está probado que mejora la supervivencia y evita recaídas. Es importantísimo que desde Atención Primaria insistamos en que estos pacientes cambien los hábitos de vida", comenta.
En este sentido, el Ministerio de Sanidad ha aprobado recientemente la guía 'Recomendaciones para la mejora de la atención a pacientes largos supervivientes de cáncer en el Sistema Nacional de Salud', donde también se reconoce la importancia del ejercicio físico: "Son aspectos clave de estos planes de seguimiento la tele monitorización, los circuitos de derivación rápida, el análisis de necesidades y plan de cuidados, los informes de tratamiento, la educación en salud y el acceso a servicios como la atención psicológica, el consejo nutricional y de actividad física", se recoge en el documento.
Sin embargo, tal y como lamenta Santaolaya, se trata de una estrategia "muy básica" y que aún no ha llegado a la mayoría de las CCAA. De hecho, solo se ha iniciado su implantación en Andalucía. "En general, no existe ningún protocolo específico de estos pacientes", reitera la médica de AP.
Efectos después del tratamiento
Los efectos de la práctica deportiva pueden ser beneficiosos en cualquier estadio de la enfermedad, también cuando ya se ha finalizado el tratamiento adyuvante. Así lo demuestra un estudio publicado en The New England, en el que se ha investigado la influencia del deporte en la supervivencia de personas con cáncer de colon extirpado que habían completado la quimioterapia adyuvante.
En este ensayo, realizado en 55 centros canadienses, se dividió a los pacientes en dos grupos: uno dedicado al cumplimiento de un programa de ejercicio estructurado y otro destinado a recibir únicamente materiales de educación sanitaria durante un periodo de tres años. Los resultados son esclarecedores: el ejercicio consiguió aumentar la supervivencia en un 37%. "Es un estudio brillante", apostilla Blanca Herrero.
No obstante, este estudio no es extrapolable a otros tipos de tumores. "Sus criterios de inclusión son específicos para pacientes con cáncer colorrectal, en estadios 2 y 3, que hayan finalizado la quimioterapia en las tres o hasta seis meses antes de la aleatorización en el estudio. Pero, sin duda, es un excelente punto de partida para seguir la investigación en este sentido con otros tumores", ha dicho la oncóloga médica.
Igualmente, tampoco hay un consenso sobre qué ejercicios practicar, ya que depende del estado de la enfermedad. Es decir, no es comparable una paciente con un cáncer de mama que lleva seis años con tratamiento hormonal y libre de enfermedad y con unos efectos adversos relativamente leves, que un paciente que se encuentra en este momento con un tratamiento de quimioterapia. En el primer caso, la paciente tiene un riesgo de lesión escaso y, por lo tanto, pese a haber tenido un tumor y haber estado en tratamiento activo, puede realizar actividad aeróbica con muy poca supervisión e incluso fuera del ámbito sanitario; por ejemplo, en un gimnasio.
"Nunca se podría hacer una prescripción general. Eso es lo que yo creo y creo que en ese camino y en esa línea van los profesionales del ejercicio. Pautan ejercicio físico a nuestros pacientes de forma individualizada y adaptan muchísimo la cantidad y la calidad o la cualidad del ejercicio que van a hacer. En cualquier caso, concluye, el ejercicio "se debe hacer y recomendar en todos las momentos de la enfermedad".
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